Ahora que empezamos a ver la luz al final del túnel de la pandemia, llega el momento de conocer en qué situación se encuentra el sector industrial y metalúrgico. El sector afronta el fin de este tiempo con cierto optimismo, ya que, desde principios de año se detecta una recuperación económica y el boca-oreja nos dice que todos los actores del sector metalúrgico afrontan del mismo modo el segundo semestre de 2021.
Pese a todo, durante la pandemia han pasado muchas cosas, la mayoría de ellas muy lejos de aquí, que han generado un problema en el suministro de las materias primas y componentes necesarios para la fabricación y producción de productos relacionados con el sector metalúrgico.
Cuando entre febrero y marzo de 2020 la economía se detuvo en seco se produjo una situación única. La extracción de materias primas y la fabricación de componentes en origen quedó detenida y los stocks se acumularon sin encontrar salida durante semanas, si no meses. La situación recuperó algo parecido a la normalidad a partir del verano de 2020, pero sin recuperar los niveles de extracción anteriores a la pandemia. A partir de 2021 la demanda se disparó, la producción se mantuvo baja y empezó una escalada en los precios, simplemente porque se esperaba una recuperación progresiva y no el pico en la demanda que se está produciendo.
La consecuencia ha llegado ya al mercado: hay escasez de componentes de muchos productos en muchos sectores por la falta de producción en China, pero también por un hecho que no es menor: el atasco en los puertos chinos que impide la salida de los stocks acumulados. En el sector metalúrgico hay escasez de metales que está provocando retrasos en las entregas y una subida de precios que llega hasta el consumidor final. En otros sectores como el automovilístico o el de dispositivos informáticos, esta escasez de componentes tales como chips, memoras SSD o circuitos, ha detenido la producción de vehículos o de ordenadores.
¿Qué podemos hacer las empresas? Por ahora hay poco margen para la maniobra mientras no se recuperen unos niveles de producción que den respuesta a la demanda actual. Todo se centra en asegurar que la cadena de producción funciona de la mejor manera posible, si bien se pueden producir retrasos en las entregas.
En el caso particular de FAT hemos apostado por incrementar la producción para asumir la demanda y tener stocks suficientes para satisfacer a nuestros clientes con unos márgenes de tiempo suficientes. Todo ello a la espera que la llegada de los fondos europeos Next Generation a partir del verano, momento en el que la recuperación de los niveles de producción y distribución podría parecerse mucho a los que teníamos antes de la pandemia.